SEMANA 6 MOVIMIENTOS OBREROS

 




En 1841, Louis Blanc (1811 -1882), en su libro La organización del trabajo, planteó los principios que más tarde recogió el partido socialista: “A cada cual según sus necesidades y de cada cual según sus facultades”, también aseguraba en su libro que el Estado era la única entidad capaz de garantizar que estos principios fueran hechos realidad.
En 1848 se publicó el Manifiesto del partido comunista, escrito por Carlos Marx y Federico Engels por solicitud de la liga de los comunistas y en el cual se planteó su programa político. Esta obra y otras posteriores, de las cuales la más importantes es El Capital, escrita por Marx, dieron origen al socialismo científico.

La idea fundamental que planteaba el Manifiesto comunista era que “La producción económica y la estructura social que de ella se deriva en cada época histórica, constituye la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual de esa época y que, por tanto, toda la historia ha sido la historia de la lucha de clases”.
El socialismo científico se fundamentó en la filosofía del materialismo dialéctico, que considera las revoluciones y la lucha de clases como producto de las contradicciones que generan las sociedades, en especialmente, el capitalismo. Propone la abolición de la propiedad privada de la burguesía y la búsqueda del socialismo como etapa intermedia hacia el comunismo, sociedad igualitaria en la que no existirán las clases sociales, la explotación y, por tanto, desaparecerá el Estado

LA ORGANIZACIÓN OBRERA

La formación de asociaciones y partidos específicamente obreros tomaron diversas tendencias según los países.
Dentro del movimiento obrero aparecieron dos tendencias que en sus inicios coincidieron, pero, con el tiempo, se separaron y fueron antagónicas. Por un lado, los partidarios de Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895), quienes aconsejaban la participación en la vida política; sin embargo, consideraban que la única forma para la emancipación de la clase obrera era conquistar del poder político y desde él realizar las trasformaciones económicas y sociales necesarias.
Por otro lado, los partidarios del francés Pierre Proudhon (1809-1865), y el ruso Mijaíl Bakunin (1814-1876). Los seguidores de Proudhon proponían un sistema basado en la organización de cooperativas de producción y consideraban negativo que los trabajadores participaran en la vida política.
Los simpatizantes del anarquista Bakunin también rechazaban la lucha política de los trabajadores, y por tanto negaban la necesidad de un partido del proletariado; consideraban a los sindicatos como la más alta forma de organización de los obreros, capaz de crear la nueva sociedad.
Una de las tendencias que adquirió importancia en Europa fue la que unió el movimiento obrero a los planteamientos socialistas. Esta integración se vio expresada en la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores, fundada en 1864 por Carlos Marx y dirigida por él y Federico Engels.
Esta organización que integró sindicatos franceses e ingleses, tuvo vigencia hasta 1943 y tres etapas en su desarrollo:

La Primera Internacional cumplió un papel importante en la creación de los partidos obreros con base en la difusión del marxismo en el seno del proletariado. Dejó de existir en 1876, en la conferencia de Filadelfia.
La Segunda Internacional creada en 1889 con la orientación de Engels (Marx había muerto en 1883), contribuyó a la consolidación de los partidos socialistas, a la ampliación del movimiento obrero y a la difusión del marxismo en la clase obrera. Desde finales del siglo XIX y hasta comienzos del siglo XX, sufrió la influencia de sectores que abandonaron la doctrina revolucionaria de Marx y Engels. Esto se expresó en el apoyo que dieron a los intereses imperialistas de las burguesías vinculadas a la Primera Guerra Mun¬dial (1914-1918), estas contradicciones la con-dujeron a su fin.

La Tercera Internacional, Internacional Comunista o Comintem, creada por Lenin en 1919, continuando la línea de Marx, reunió a los partidos comunistas de todo el mundo con el propósito de consolidar los vínculos entre los trabajadores de los diversos países. Fue disuelta en 1943.
La Segunda Internacional, estableció el 1º de mayo de cada año como jornada de lucha de la clase obrera, en memoria de cinco obreros asesinados en Chicago en 1887, y adoptó la jornada laboral de 8 horas como reivindicación general del movimiento obrero.

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